11 ene 2009
Ocho de agosto de dos mil seis
No le gustaba su vida, estaba agotado del mundo que le rodeaba. Empezó a llover y salió a la calle. Era lo único que le gustaba de aquel lugar, en el momento más inesperado llovía y podía salir a pasear por el asfalto mojado. Pero ese día fue diferente. El sol no había desaparecido tras las nubes y el arco Iris se dejó ver junto la colina. Entonces lo vio claro. No todo es blanco o negro. Hay un punto en que todo puede permanecer. Fue en busca del color, a la colina, hacia el saber y la felicidad.
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